Un regalo muy especial: Crónica día del maestro Colegio Weston 2016

Por Audrey Arróniz


Todos esperan que en “su día” los traten como reyes, todos desean ser consentidos, reconocidos, premiados… y es así como me siento hoy, premiada…Pero… ¿a que le llamamos premio? ¿por qué esperamos que los premios siempre se puedan ver y tocar?, ¿por qué siempre buscamos el mismo tipo de “incentivos” o motivaciones?.


En este evento recibimos grandes premios intangibles, un día genial, una visión nueva, emociones, satisfacción plena…  fue un día increíble. Tengo la certeza de querer compartir, dar lo mejor siempre, abrir la mente y la percepción del sexto sentido, ese que percibe todas las cosas que no pueden verse, tocarse, olerse, saborearse o escucharse, solamente pueden sentirse, ese que se encarga de recibir regalos intangibles todo el tiempo.

El pasado 13 de mayo, se suspendieron las clases por el día del maestro. Cada año, el colegio organiza un evento para celebrar el día especial, el más importante para los docentes; a veces con la típica rifa de artículos, otras con un día de descanso en un hotel cinco estrellas, también ha tocado ir al precioso parque ecológico Xcaret a descansar y comer en el bufet. Este año fue diferente, los directivos del colegio, pensaron en hacer algo nuevo, así que organizaron un servicio social a una escuela perteneciente a una comunidad de escasos recursos en nuestro municipio. Y así fue como todos los maestros de todos los niveles fueron convocados para hacer una colecta de artículos para esta colonia, así como también invitados a una convivencia de integración en el rancho “El porvenir”. De los aproximadamente 45 maestros del colegio, sólo fuimos la mitad, sólo los que teníamos que estar.

Y así, el Viernes 13 de Mayo, salimos del colegio todos en caravana alrededor de las 8:30 AM. Sabíamos que primero íbamos a hacer un servicio social y después una convivencia, pero en realidad la mayoría no teníamos ni idea de lo que realmente haríamos.

Los primeros profesores llegaron a la escuela K’iin Beh (Camino al sol) de la comunidad Cristo Rey alrededor de las 9:00 AM, en donde 136 niños los recibieron, primero con extrañeza, pero después con muchas sonrisas y el brillo en los ojos característico de cualquier niño. Lo primero fue entregar las cosas recaudadas, entre ropa, zapatos, despensa, material de papelería, así como también nuestra atención, vibra positiva y sonrisas. Habiendo entregado lo recolectado, se organizaron algunos juegos divertidos; jala la cuerda, guerrero volador con tótems y pelotas, carreritas, entre otros. Realmente nos faltó tiempo, pues a pesar del calor y el deslumbrante sol, todos estábamos divirtiéndonos mucho, tanto niños, como adultos, risas, sudor y uno que otro raspón, sin embargo se acercaba la hora de la salida de los chicos, así que terminaron los juegos y siguió la parte más emotiva de la visita, yo creo que para todos. Los niños en fila, con la coordinación de sus maestras, nos dieron un mensaje de amor tan sólo con sus caritas sonrientes y sus ojos brillantes, fue así como, después de gritar con el mayor entusiasmo el lema de su escuela; -  Porque me conozco y me amo… soy un triunfador”-, se acercaron a entregarnos unas tarjetas de felicitación en forma de manzana roja con muchos detallitos, y en su interior se leía la cita de Pitágoras “El educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”. Uno por uno se fueron acercando al maestro de su elección para entregarnos, acompañado de un efusivo abrazo, la tarjetita a cada uno. Luego de la foto oficial, partimos a nuestro siguiente destino, el rancho “El porvenir”.

Subimos a los coches y, en caravana, nos fuimos al rancho, ahí perdimos algunos elementos que sólo asistieron a la primera parte del festejo.

Luego de manejar unos 10 minutos sobre una vereda selvática enmarcada con árboles frondosos en los dos extremos del camino de terracería, llegamos al lugar,  un hermoso predio rodeado de verdor y naturaleza, parecía pequeño, pero las apariencias engañan, se podía ver a lo lejos un rústico barandal de madera que dejaba apreciar un enorme vacío, se trataba de un impresionante cenote abierto de unos 50 metros de diámetro rodeado de mangle y vegetación, un cenote profundo que emite una vibra mística increíble, lo cual generó comentarios en relación a que seguramente los mayas usaban ese cenote para sacrificios, como cuentan las leyendas.

Pero esto no se trataba de una convivencia común, ya que Miss Diana, la directora de secundaria, quien también es jefa de un grupo scout, con apoyo del profesor César, quien también es scout, habían preparado un rally con diferentes actividades que los maestros no estamos acostumbrados a realizar, de esos que suelen hacer los scouts.

Todo inició con el primer consejo por parte de Miss Monica, que fue claro: Por un rato, olvídense de las caretas, sean ustedes mismos, dense la oportunidad de ser niños otra vez, diviértanse, ráspense las rodillas si es necesario, mójense, ensúciense, en pocas palabras, fluyan y déjense llevar. Entonces, después de formar los cuatro equipos inició la primer actividad. Cada equipo tenía que hacer un banderín con un animal de la región y teníamos que inventar un lema para nuestro equipo y gritarlo cada vez que terminara una actividad; y así surgieron los tucanes, los cocodrilos, los coatís y los jaguares. En esta parte, volvimos a perder elementos, no sabemos si fue cuando se enteraron de la actividad que seguía, o si ya tenían la idea de irse media hora después de llegar.

Y el rally arrancó, todos gritaron sus lema;  “¡Pico grande y colorido, el equipo más unido!”, “¡Queremos comer, queremos cazar!, ¿qué somos? ¡Cocodrilos!, “¡Fuertes y poderosos, jaguares asombrosos!”, “¡Uno para todos y todos para Coatís!” y se nos dio la indicación de caminar a la primera base como “patitos”, la verdad, casi nadie lo hizo, caminar de patitos es sumamente cansado, pero me quedo con la satisfacción de que no hice trampa aunque haya llegado al último.
 Mi equipo, los jaguares, y también los tucanes, comenzamos en algo a lo que yo le llamo “El circuito militar”, lo cual en realidad era algo así como un parque que tenía un puente colgante, una red para trepar, una soga yoggi de esas que tienes que pisar, pero también sujetar de la parte de arriba, una escalera horizontal de esas como las que utilizaba Chabelo en uno de sus concursos en las que tienes que arrastrarte para llegar al otro extremo y además comenzaba con una red tipo telaraña que tenías que pasar “pecho tierra”, todos los miembros del equipo debían hacer este circuito en el menor tiempo posible. No se veía tan difícil, pero al hacerlo me di cuenta que realmente requería una condición física buena, en lo personal, hice mi mayor esfuerzo, no tengo idea del tiempo que hice, pero cuando terminé, tenía ganas de vomitar, creo que me sobre esforcé, sin embargo, me pareció sumamente divertido a pesar de haber terminado con una rodilla raspada.

La siguiente base, fue algo relativamente sencillo, un juego de volley ball a 10 tantos arbitrado por Miss Mónica, y digo relativamente porque casi nadie de los maestros somos muy buenos para jugar volley, además de que los rayos del sol estaban en su máximo esplendor, de cualquier forma, me pareció la parte más sencilla.
Lo siguiente fue descifrar pistas en lenguajes de palitos y rayitas, números en lugar de letras, para poder buscar la siguiente base, fue ahí cuando nos dimos cuenta de que el rancho no era nada pequeño, tenía veredas enormes, así que corrimos, corrimos mucho, llegamos a la base dos, en donde teníamos que descifrar otra clave y amarrarnos los pies los cuatro o cinco miembros del equipo para caminar unos 120 metros con un globo lleno de agua sostenido por palitos de madera, al llegar al siguiente punto, tuvimos que sacar unas naranjas con la boca, las cuales estaban dentro de una palangana con agua, acto seguido descifrar la siguiente clave, y correr no sé cuantos metros, hasta la siguiente base, a mi me pareció que corrimos mucho, mucho, sobre todo porque en la estación anterior nos habían dicho que la siguiente base estaba en la palapa y no era así, corrimos de regreso por el mismo camino, bajamos unas escalinatas de madera y así llegamos al impresionante cenote, en donde dos miembros del equipo debían remar un kayak de extremo a extremo del centoe para recoger un banderín y regresar remando nuevamente. A mí, junto con el profe Germán, nos tocó remar, los remos no eran especiales para Kayak, eran dos troncos, por lo cual, no fue tan sencillo como remar un kayak normalmente, Germán y yo hubiéramos podido llegar más rápido, pero nuestra falta de destreza se dejó ver, pues nos desviamos y tuvimos que remar hacia el lado correcto, pero lo logramos en poco tiempo.

Terminando esta estación, el cansancio era evidente en todos los participantes, sin embargo, teníamos que correr a la última estación para descifrar otra pista, yo seguía corriendo, aunque los brazos y las piernas ya me temblaban, todos corrían, al ritmo que podían, pero corrían. En la  penúltima estación, tuvimos que trabajar en equipo nuevamente para llenar unas cubetas con agua pasándonos una esponja de atrás hacia adelante en posición de “cebollitas”.
Después de descifrar otro acertijo, finalmente, llegamos a la última estación junto con otros dos equipos, al paso de unos minutos, el último equipo llegó.
Esta estación final, consistió en una dinámica en la cual todos hicimos un círculo y nos fuimos pasando un rollo de mecate uno a uno, dejando sujeto el extremo que te había tocado, al final, se formó una figura a la que algunos nombraron estrella, otros mándala, geometría. Esta dinámica terminó con varias reflexiones por parte de Miss Diana y Miss Mónica, haciendo analogías de que así como esta figura estaba formada gracias a que cada uno de nosotros sostenía una parte, así en realidad estamos conectados por medio de la energía, somos energía, y no metafóricamente hablando, somos luz, estamos formados por protones y neutrones, estamos conectados, no es una metáfora. Algunos otros profesores expresaron su sentir, la emoción, satisfacción y alegría, eran evidentes en cada uno de nosotros, me hubiera gustado hablar y expresar como me sentía, pero no lo hice porque tenía ganas de llorar sin decir nada, la energía positiva se sentía, de esas cosas que no puedes ver ni tocar, solo sentir en todo el cuerpo y en el alma. Aquí terminó el rally y comenzó la segunda parte de la convivencia.
Nos esperaba carne asada, frijoles, guacamole, salsas, tortillas, cebollas, hongos asados, nopales, bebidas. Todos comimos, platicamos, “cotorreamos” y al final hasta hubo una pieza de baile.

Antes de comer, Miss Alicia, Miss Cynthia y yo nos fuimos a refrescar al cenote, y ese tiempo me sirvió para reflexionar, acostarme unos minutos a flotar en el agua y darme cuenta de lo maravillosa que es la vida, de poder apreciar el hermoso regalo que había recibido, la energía tan positiva que sentía fluir y el contacto con la naturaleza. Se nos unieron el profe César y Miss Diana, a quienes les dieron ganas de remar, y de regreso, terminaron en el agua con todo y ropa, yo creo que el profe Cesar hundió el kayak a propósito sólo por diversión, pues no paraba de reír cuando se estaban hundiendo, además se notó en sus movimientos cuando estaban a punto de caer.

Este día del maestro me encantó, estuvo lleno de diversión y nuevas experiencias, me dio la oportunidad de conocer un poco a personas con las que ni siquiera había tenido oportunidad de conversar, de eliminar prejuicios, de hacer cosas por primera vez y de sentir realmente la fuerza de un equipo, con las diferencias de visiones y pensamientos que terminan por encajar de una u otra forma.  Estoy muy agradecida de haber podido vivir esta experiencia.

A veces olvidamos vivir la vida con pasión y propósito, olvidamos que los maestros somos responsables de inyectar entusiasmo, energía y motivación a nuestros alumnos, algunos van por la vida esperando que los milagros y oportunidades sucedan, sin darse cuenta de que los milagros y las oportunidades, están presentes todos los días, van por la vida sin abrir los ojos del sexto sentido, esos ojos invisibles que te permiten sentir cosas que no pueden verse ni tocarse; a veces nos olvidamos que la mejor manera de aprender es a través de la experiencia, que nunca dejamos de aprender, que solamente quien ha conocido su propia oscuridad, puede manejar la luz, que el ser maestro es un trabajo que tiene regalos todos los días, si, de esos que no se pueden ver ni tocar, y que nuestros grandes maestros son nuestros propios alumnos, con los que compartimos todo lo que somos y podemos dar.










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