Niños autónomos e independientes
Una mayor autonomía favorece una buena autoestima
Siempre estamos pensando qué podemos hacer para que nuestros
niños sean mejores, tengan un buen trabajo en el futuro o, al menos, que sepan
defenderse en lo profesional y en lo personal, y lleguen a ser felices.
Es una tarea difícil, pero, como ya sabemos, todo se
aprende, y por tanto, todo se enseña. Para que nuestros niños sean independientes y desarrollen cierta autonomía
en sus vidas, debemos educarles y su grado de autonomía e independencia dependerá
mucho de la educación que les demos.
Cómo educar a niños autónomos
Lo que ocurre, generalmente, es que muchos padres suelen
anticiparse a las acciones de los niños, y no les dejan actuar o a hacer
algunas otras cosas que los niños podrían hacer solitos. Esos padres actúan así
porque creen que sus niños aún no tienen capacidad de realizar cosas solitos,
por evitar que se hagan daño, por comodidad para conseguir resultados más
rápidos, o porque no confían en la capacidad de reacción de sus hijos.
Los niños aprenden a ser autónomos a través de las pequeñas
actividades diarias que desarrollarán en casa, en la guardería o en el colegio.
Los niños desean crecer y quieren demostrar que son mayores en todo momento. Es
misión de los padres y de los educadores, la aplicación de tareas que ayuden a
los niños a demostrar sus habilidades y el valor de su esfuerzo.
Colocar, recoger, guardar, quitar, abrochar y desabrochar las prendas de ropa y
los zapatos, ir al baño, comer solo o poner la mesa son acciones que ayudarán a
los niños a situarse en el espacio en que viven, y a sentirse partícipes dentro
de su propia la familia y con sus amigos.
La educación de los niños hacia la independencia
Todos los niños pueden y deben ser educados para ser
independientes, pero todos los niños no son iguales. Cada niño
desarrolla capacidades de una forma distinta. Se puede pedir todo a todos, pero
no se puede esperar que los resultados sean los mismos. Se debe, primero, conocer
cuáles son las capacidades reales de cada niño, para poder ayudarle en su justa
medida, y no solucionarle la tarea cuando él sea capaz de realizarla solo.
Se debe dar la oportunidad de experimentar, de equivocarse,
de fallar o de acertar, y todo eso lleva un tiempo, según la edad y la capacidad de aprendizaje de cada niño. Cuando
tu hijo, delante de una tarea, diga: yo solo que ya soy mayor, escúchale y
respeta su decisión. Es más importante lo que dicen y cómo actúan los padres en
ese proceso, que la disposición que tenga el niño. No olvidéis que una mayor
autonomía favorece una buena autoestima, y que
este camino conduce a una evolución sana en cuanto a las decisiones y las
vivencias del niño en su día a día.
María Concepción Luengo del Pino
Psicopedagoga
Orientadora escolar
Colaboradora de GuiaInfantil.com
Psicopedagoga
Orientadora escolar
Colaboradora de GuiaInfantil.com
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